No siempre las intervenciones quirúrgicas tienen que ver con cuestiones banales, a veces son necesarias para aceptarse
Muchas veces, en el saber popular, se reducen las cirugías estéticas a aumentar el volumen del busto, de la cola, a realizar “estiramientos” faciales o lipoesculturas o rinoplastías.
Muy pocas veces se nombran a las orejas. Y la verdad es que para muchos, tener los cartílagos prominentes es un problema.
Hasta ahora, el bisturí era el único medio para solucionar el tema para siempre.
Sino, quienes prefieren no pasar por el quirófano optan por distintos artilugios para disimular sus grandes orejas: cabello largo que las tape, pañuelos en la cabeza y hasta gorras.
Pero ahora, en un cambio en el paradigma del tratamiento para este tipo de orejas que están más despegadas de lo habitual del cráneo, existe una técnica que se lleva practicando hace alrededor de cinco años en el Reino Unido.
Se trata de una intervención mínima que sólo requiere de dos o tres puntos, que además no hay que extraer y son los necesarios para cerrar la pequeña incisión a realizar para introducir el implante.
Este implante, compuesto por níquel y titanio y recubierto de oro de calidad médica para que sea menos visible bajo la piel de la oreja, está indicado para aquellas orejas que tienen un pliegue antihélix poco desarrollado y se puede implantar en adultos y niños mayores de siete años.
Con esta técnica, no es necesario llevar una venda en la cabeza después del tratamiento, a diferencia de la otoplastia, con lo que la mayoría de las personas puede volver de forma inmediata a su rutina diaria, ya que sólo podrá sufrir una inflamación discreta en la zona intervenida.
Las personas que opten por esta técnica podrán elegir el grado de cambio que quieren hacer porque el dispositivo, además, cuenta con unos simuladores previos que se colocan en el exterior de las orejas y permiten predecir la imagen estética final.
Sentirse a gusto con uno mismo
Esta alternativa a la cirugía habitual está destinada a “las personas con estas orejas que se sentirían mejor si no las tuvieran así”, según ha constatado el estudio elaborado por la farmacéutica y que ha presentado en rueda de prensa la psicóloga y especialista en inteligencia emocional Silvia Álava.
El estudio “Escucha tus orejas“, basado en 450 encuestas a personas con estas características y a sus familiares, revela que el 54 % de quienes tienen este problema reconoce haber sufrido bromas por el tamaño de sus orejas. A la mitad además éstas le hicieron algún daño.
Y en el caso de los más pequeños, nueve de cada diez de los encuestados opina que éstas burlas son más duras y frecuentes durante la infancia porque los niños suelen ser muy crueles.
En ese caso, hay que tratar la empatía y su autoestima, y si está sufriendo, no se relaciona con los demás, no quiere ir al colegio, le cuesta conciliar el sueño y está triste “hay que hacer algo rápido al respecto”.